La Región.- Los trastornos del sueño podrían contarse entre
los primeros indicios de mal de Alzheimer, según un estudio con ratones
conducido por científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Washington y que publicó la revista Science Translational.
Los investigadores encontraron que cuando aparecen las primeras señales de
acumulación de placa en el cerebro ocurren trastornos significativos en el
ciclo normal de sueño y despertar.
"Si las anormalidades en el sueño comienzan tan temprano en el curso del
mal de Alzheimer entre los humanos, estos cambios podrían proporcionarnos
indicios de una patología fácilmente detectables", indicó el autor
principal del estudio, David Holtzman, director del Departamento de Neurología
en esa universidad. "Cuando empezamos a tratar a los pacientes con
Alzheimer antes de la aparición de la demencia, la presencia o ausencia de
problemas para dormir puede ser un indicador rápido del efecto que tienen o no
tienen los nuevos tratamientos", añadió.
Según los datos de la Fundación Alzheimer de Estados Unidos se calcula que hay
en el país unos 5,1 millones de personas afectadas por esa enfermedad senil. La
incidencia de la enfermedad sigue incrementándose a medida que la población en
general envejece. Si bien el mal de Alzheimer no es parte normal del
envejecimiento, el riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta con la edad. El
Instituto Nacional del Envejecimiento calcula que la prevalencia del Alzheimer
se duplica con cada cinco años de edad después de los 65.
Por otra parte, se calcula que alrededor de medio millón de personas en EE.UU.
con edades por debajo de los 65 años tiene alguna forma de demencia, incluido
el mal de Alzheimer.
El laboratorio de Holtzman fue uno de los primeros en vincular los problemas
para dormir con el mal de Alzheimer mediante estudios del sueño en los ratones
alterados genéticamente para que desarrollen las placas cuando envejecen.
En un estudio publicado en 2009, Holtzman demostró que los niveles en el
cerebro de un ingrediente primario de las placas aumenta naturalmente cuando
los ratones jóvenes están despiertos y disminuye después de que se han ido a
dormir.
Si se priva a los ratones del sueño, se trastorna este ciclo y se acelera el
desarrollo de las placas cerebrales. Más tarde se detectó un aumento y una
disminución del componente de placas, una proteína llamada beta amiloide, en el
fluido cerebroespinal de humanos sanos.
La nueva investigación muestra que cuando aparecen los primeros indicios de
placas cerebrales cesan, tanto en ratones como en humanos, las fluctuaciones
naturales en los niveles de beta amiloide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios.