Por: Fidel Castro Ruz
Mañana comienza la reunión del G-20, es decir, la de los países más desarrollados y ricos del
planeta: Estados Unidos, Canadá, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, y la
Unión Europea como entidad aparte con derecho a participar; son los
baluartes fundamentales de la OTAN más sus aliados Japón, Corea del Sur,
Australia y Turquía en su doble aspecto de país en desarrollo y miembro de la
OTAN, así como Arabia Saudita ―un gigantesco depósito de petróleo ligero en
manos de las transnacionales de occidente, que extraen de allí 9,4 millones de
barriles diarios, cuyo valor al precio actual asciende a mil millones de
dólares cada día― en un lado de la mesa, y en el otro, un grupo de países con
creciente peso económico y político, que de hecho se convierten, por el número
de sus habitantes y sus recursos naturales, en una expresión de los intereses
de la mayoría de nuestro sufrido y saqueado mundo: la República Popular China,
la Federación Rusa, India, Indonesia, Sudáfrica, Brasil, Argentina y México.
España, también aliado de la OTAN, es solo "país
invitado”.
Se trata de una reunión entre los grandes productores
de maquinarias y artículos industriales y los grandes suministradores de
materias primas que a lo largo de medio milenio después de la conquista, fueron
colonias europeas y en el último siglo los abastecían de productos agrícolas,
minerales y recursos energéticos, víctimas de un despiadado intercambio
desigual.
Este oscuro período de la historia viene ocurriendo
desde que los descendientes de las tribus bárbaras que poblaron a Europa,
"descubrieron” y conquistaron este hemisferio armados de espadas,
ballestas y arcabuces.
"Los descubridores”, tan apologetizados por el
llamado mundo occidental, como si en el continente no viviera una parte de la
humanidad desde hacía 40 mil años, albergaban el propósito de buscar una ruta
más corta para el comercio con China.
En aquel país, del cual poseían antecedentes a través
de los comerciantes de seda y otros valiosos productos apetecidos por la
aristocracia y la naciente burguesía europea, habrían encontrado una fabulosa
civilización poseedora de lenguaje escrito, arte refinado, agricultura,
metales, pólvora y avanzados principios de organización política y militar,
incluidos ejércitos con decenas o tal vez cientos de miles de soldados de
caballería.
A punto estaban de zozobrar cuando en las proximidades
de Cuba, encontraron tierra. Poco después Colón tomó posesión de nuestra isla
en nombre del Rey de España. ¿Habría podido hacer eso si realmente llega a
China, como era su propósito? Su error costó a este hemisferio decenas de
millones de vidas que se perdieron como consecuencia del reparto de América, en
virtud de una bula papal entre dos reinos de la península Ibérica, en los
constantes conflictos de su nobleza medieval.
La conquista
y la búsqueda de oro y plata costaron, como señalaba el genial pintor indio
Oswaldo Guayasamín, 70 millones de vidas a los que habitaban el hemisferio,
cuna de importantes civilizaciones.
África negra también puede hablar de lo que significó
aquella conquista para millones de sus hijos, arrancados y vendidos como
esclavos en este hemisferio.
La oligarquía multimillonaria, cuyos Jefes de Estados
o Gobiernos se reunirán en Cannes con los representantes de casi 6 mil millones
de habitantes que aspiran a una existencia digna para sus pueblos, debieran
meditar sobre estas realidades.
Aquellos países pretenden monopolizar las tecnologías
y los mercados a través de las patentes, los bancos, los medios más modernos y
costosos de transporte, el dominio cibernético de los procesos productivos
complejos, el control de las comunicaciones y de los medios masivos de
información para engañar al mundo.
Ahora que los habitantes del planeta suman 7 mil
millones, los estados que representan solo a una de cada siete personas, las
cuales a juzgar por las protestas masivas en Europa y Estados Unidos no están
muy felices, ponen en riesgo la supervivencia de nuestra especie.
¿Podría alguien olvidar que Estados Unidos fue el país
que impidió el Acuerdo de Kyoto cuando se disponía de un poco más de tiempo
para impedir una catástrofe con el cambio climático que se está produciendo a
ojos vista?
Los días 28 y 29 del mes de octubre que acaba de
transcurrir, tuvo lugar otra reunión de Jefes de Estados y Gobiernos que
integran la Comunidad de Países Iberoamericanos. Entre las calamidades que han
tenido que soportar los pueblos de habla española y portuguesa, está el hecho
de ser la región del mundo con más desigualdad en la distribución de las
riquezas.
El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla viajó
de la reunión de la ONU en Nueva York sobre el bloqueo a Cuba, a la capital de
Paraguay, donde esta se efectuó. Allí se dijeron cosas de sumo interés con
relación a la crisis que sacude a la Comunidad Europea.
El nuevo Primer Ministro de Portugal vertió su
amargura con la Unión Europea, cuando afirmó que esta quedó exhausta y
desfondada con el rescate de magnitud récord destinado a Grecia. Podría
enfrentar una crisis en Portugal pero quedaría en bancarrota, imposibilitada de
socorrer a Italia, la séptima economía mundial, lo que arrastraría a Francia,
en cuyos bancos se acumula la mayor parte de la deuda italiana.
Los líderes ibéricos dudan de que el compromiso
asumido con Grecia se cumpla y de no cumplirse auguran una crisis más prolongada
que la de 1929.
Esta mañana los cables informaban de las duras
consecuencias de las lluvias nunca vistas en Tailandia, el mayor exportador de
arroz, cuyas ventas se reducirán de 25 millones de toneladas a 19.
En cambio, noticias de que China incrementaba a casi 5
millones de toneladas la producción de cobre metálico, surtió efectos
considerables.
Sin embargo, mientras Estados Unidos conserva intacto
el poder de veto en el Fondo Monetario Internacional, a China se le niega en
ese organismo el simple derecho de aprobar al Yuan como moneda convertible.
¿Cuánto tiempo durará esa tiranía?
Es a través de ese cristal que debemos analizar cada
palabra que se pronuncie en la Cumbre del G-20.
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