Por: Ángel Maza López
En la guerra civil de 36 años que golpeó a Guatemala, se
produjeron más de 200.000 muertos y desaparecidos, principalmente civiles e
indígenas. La mayor parte de las masacres ocurrieron en el gobierno de facto de
Ríos Montt. Debido a estos hechos, la presión social al interno del país y las
exigencias internacionales de la Comisión de Derecho Humanos, han logrado que
determinados ejecutores de las masacres sean enjuiciados y condenados por los
delitos.
Los acusados asesinaron niños, violaron mujeres y torturaron
hombres de todas las edades, supuestamente por apoyar grupos revolucionarios
que se oponían al gobierno. Muchas de las víctimas murieron por explosión de
granadas, luego los cadáveres eran quemados para pretender ocultar sus crímenes.
Pero en agosto de 2011, un tribunal condenó a cuatro
exmilitares a seis mil sesenta años (6 060) de prisión por la masacre de 201
campesinos el 7 de diciembre de 1982 en la comunidad de Dos Erres. Luego el 12
de marzo de 2012, el militar Pedro Pimentel, fue sancionado con la misma pena
por haber participado en dicha masacre.
La sentencia más elevada en años de prisión dictada en
Guatemala, es la pronunciada el 20 de marzo de 2012, cuando un tribunal dirigido
por la jueza Jazmín Barrios, impuso la pena de siete mil setecientos diez años
de prisión (7 710) a los ex paramilitares Eusebio Grave, Julián y Mario Acoj, y
Santos Rosales, y al excomisionado militar Lucas Tecú, debido a la masacre de 256
indígenas, efectuada el 18 de julio de 1982.
Las sentencias que resultan incumplibles en su totalidad
debido al número de años, obedece a que el Código Penal contempla para estos
casos 30 años de prisión, que al ser multiplicados por 256 víctimas (último
caso), dan un total de 7 680 años; más los 30 años impuestos por el delito de
lesa humanidad, suman los 7710 años. No obstante, la misma ley penal prescribe
como pena máxima de la cincuenta años (50) de prisión, en consecuencia dicha
sentencia solamente tiene un significado simbólico para la población que exigió
durante muchos años justicia, pero que en la realidad jamás se podría cumplir.
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