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EE.UU intenta asustar a China con un destructor «invisible», pero Pekín se ríe
y dice que este monstruo podría ser echado a pique por un grupo de lanchas
pesqueras cargadas con explosivos, mientras que expertos estadounidenses
resaltan su costo.
EE.UU. está construyendo el buque de guerra «más avanzado en
la historia», el destructor DDG-1000 clase Zumwalt, ya bautizado por el
Pentágono como «bala de plata superinvisible». El destructor será capaz de
moverse furtivamente a lo largo de litorales con poca profundidad y destruir a
enemigos con su modernísimo cañón electromagnético. Además lo hará todo sin ser
detectado por radares enemigos.
China ahora es el enemigo número uno. Tal conclusión se
desprende de la nueva estrategia militar del Gobierno estadounidense que prevé
emplazar un 60% de su armada en la región Asia-Pacífico antes del 2020, según
expresó el secretario de Defensa, Leon Panetta, en la reciente conferencia
sobre la seguridad regional en Singapur.
El primer destructor omnipoderoso se encuentra ahora en los
astilleros en el estado de Maine y será puesto a flote en 2014, informa la
agencia AP. El jefe de operaciones navales, el almirante Jonathan Greenert no
escatimó los elogios a los nuevos buques. «Con su tecnología furtiva a los
radares, sonar increíblemente potente, capacidad de ataque y reducidos
requerimientos para el número de la tripulación, este es nuestro futuro», dijo
el almirante en abril, después de visitar el astillero.
Los destructores invisibles podrían ser útiles en otras áreas,
por ejemplo en el Golfo Pérsico, pero los militares estadounidenses creen que
su posibilidad de operar en aguas poco profundas aportará la mayor ventaja en
Asia, en cuyo litoral abundan las islas.
Sin embargo, los almirantes chinos, posibles rivales de
estos buques, muestran muy poca preocupación por la eventual aparición de
«balas de plata» de la ciencia ficción estadounidense en el Pacífico e incluso
se están burlando de los «invisibles».
Fue el chistoso almirante chino, Zhang Zhaozhong,
colaborador afiliado a la Universidad Nacional de Defensa de China, quien se
burló de la publicidad que rodea al ambicioso proyecto. Al respecto dijo que a
pesar de su diseño y alta tecnología, la nave podría ser
echada a pique por una flotilla de embarcaciones pesqueras cargadas de
explosivos. Si suficientes lanchas fueran movilizadas para tal fin, algunas
de ellas podrían conseguir abrir un agujero en su casco, expresó.
Además, la misma necesidad de contar con estas modernas
naves es cuestionada «en casa» por su costo por unidad, que ya ha sobrepasado
los 3.000 millones de dólares. Los críticos estadounidenses están seguros de
que los autores del proyecto y sus defensores del Pentágono simplemente están
“chupando dinero” de la Tesorería nacional, obsesionados por las «tecnologías
del futuro». A juicio de muchos expertos, una alternativa más «predecible»
sería potenciar la Armada convencional.
Cabe recordar que el proyecto del nuevo destructor ya fue
«hundido» por el Congreso estadounidense que redujo drásticamente las
asignaciones para su construcción. Inicialmente la implacable Armada
estadounidense había pedido 32 naves de este tipo pero más tarde su cantidad
fue reducida a 24 y después a 7. Ahora en los astilleros se encuentran tres
destructores Zumwalt.
En este contexto varios expertos estadounidenses recuerdan
la historia del problemático avión de combate de quinta generación F22 Raptor
que de momento infunde susto a varios pilotos estadounidenses, que se niegan a
volar este «milagro del Siglo XXI». Pero antes de que esta aeronave presentara
problemas con el sistema de oxígeno, el proyecto había sido abandonado por el
Pentágono por su alto costo. Sin embargo, su sucesor, el caza multifuncional F-35,
pensado como una alternativa más barata a F-22 se convirtió en el proyecto más
caro y más problemático en la historia del Pentágono.
El analista internacional Lajos Szaszdi opina que el debate
acerca del barco subraya la necesidad de La Casa Blanca de recortar en gran
parte el presupuesto de defensa, tras las guerras inútiles en el extranjero.
«EE.UU ha sido víctima de las guerras de Irak y de
Afganistán, han gastado tanto en esas guerras que ahora se han visto obligados
a recortar el presupuesto de defensa, en vista también de la gran deuda
nacional que tienen y que va en aumento», aseguró Lajos.